Luis Treviño

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No debes bañarte en una piscina que huela a cloro

Cuando entramos en una piscina pública y notamos un fuerte olor a cloro, lo primero que pensamos es -además de que se han pasado con la mezcla- que nos encontramos ante un lugar muy pulcro. Erróneamente creemos que si hay mucha cantidad de este químico en el agua, ésta estará mucho más limpia. Pero la verdad es muy diferente.

En realidad, lo que olemos no es cloro puro, si no más bien una mezcla de sustancias entre las que destaca la presencia de orina: cuánto más haya, más olerá a lo que nosotros creemos que es cloro. Así lo asegura el químico Xing-Fang Li, de la Universidad de Alberta (Canadá), quien ha dirigido una investigación sobre este asunto.

Li y sus colegas han analizado multitud de muestras provenientes de varias piscinas públicas, de hoteles y de casas de Canadá. Su objetivo era el descubrir cuánta cantidad de orina había en el agua, pero este detrito humano es difícilmente localizable en una piscina, ya que sus componentes principales se diluyen en el agua.

Pero hay una sustancia presente en la orina que no desaparece con tanta facilidad. Se trata de un edulcorante llamado acesulfamo de potasio o Acel-K, como es popularmente conocido.

El Acel-K está presente en gran variedad de alimentos, desde las sopas de sobre hasta los yogures. Los seres humanos lo consumimos en grandes cantidades y se elimina del cuerpo a través de la orina. De ahí, termina flotando en el agua de una piscina.

Gracias a la medición de Acel-K, el equipo de Li ha descubierto que en la mayoría de piscinas analizadas existía una gran cantidad de orina. En concreto, calculan que en una alberca que contenga 800.000 litros contiene al menos 83 litros. Para hacerse una idea, una piscina olímpica alberga 2.500.000 de litros.

Y volviendo al olor penetrante del principio del artículo, Li y los suyos aseguran que no es el hedor típico del cloro, sino una mezcla de diversas sustancias, entre sudor, crema protectora, jabones y sí, mucha orina. 


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